La situación que hemos vivido a nivel mundial, y más concretamente en España durante el confinamiento, hizo que tuviéramos que mantenernos en casa durante un mínimo de quince días. Una medida que cambió nuestra rutina y la de nuestros hijos.

Recordamos que, en esos días, los distintos organismos oficiales nos estuvieron dando pautas sobre cómo sobrellevar la cuarentena. Unos consejos a los que también se sumó Adinfa, con el fin de facilitar la convivencia en el hogar de las familias con hijos adolescentes.

Aunque con dificultad, los adultos nos adaptamos a ese nuevo contexto que alteró nuestros hábitos de vida, un hecho que fue mucho más complicado para los jóvenes. En ese tiempo, tuvimos que cambiar y adecuarnos a la nueva situación para ayudar a nuestros hijos a que soportaran la cuarentena lo mejor posible. Todo ello, teniendo en cuenta que para un menor el tiempo computa más lento y que, además, necesita reforzadores a corto plazo.

Es obvio que la confección de un horario fue clave para mejorar y facilitar la convivencia en el ámbito familiar y para que nuestros hijos supieran qué hacer en todo momento, evitando así situaciones de agobio, angustia o aburrimiento. Dentro de ese horario es fácil establecer de manera conjunta a qué hora nos podemos levantar, qué tareas domésticas tenemos que hacer cada uno de nosotros, cuánto tiempo tenemos que dedicar al estudio, además de realizar algún tipo de ejercicio juntos.

No en vano, el periodo de confinamiento ha requerido de los padres una mayor flexibilidad, ya que ha habido suficiente tiempo para cumplir con todas las obligaciones y, también, para descansar y divertirse. Otro aspecto importante ha sido el hacerles ver a nuestros hijos que ellos siempre tienen mucho que decir en estas circunstancias, y que además tienen una gran responsabilidad para salir cuanto antes de la pandemia.

La cuarentena ha permitido a las familias aprovechar y compartir el tiempo juntos, así como crear un sentimiento de comunidad entre todos sus miembros. Ha sido el momento para realizar conjuntamente actividades tales como cocinar, ver una película, jugar a algún juego de mesa, cantar, bailar, conversar, hacer deporte e, incluso para los padres, conocer cómo se divierten los más jóvenes y aprender de ellos.

En definitiva, nos ha brindado una oportunidad para hacer cosas para las que antes no teníamos tiempo y para crecer, unir y fortalecer los lazos afectivos de todos los miembros de la familia.

 

Judit Pérez Villarán
Psicóloga Sanitaria de Adinfa