El consumo de drogas en la adolescencia es un problema que preocupa, y con razón, a miles de familias en nuestro país. Según el “Informe 2022. Alcohol, tabaco y drogas ilegales en España”, elaborado por el Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones (OEDA), los jóvenes que empiezan a coquetear con el cannabis lo hacen, de media, antes de cumplir los 15 años.

Sin embargo, lo más preocupante es que, junto al cannabis, el consumo de otras drogas llega poco después. De promedio los jóvenes españoles que empiezan a tomar cocaína y anfetaminas lo hacen a los 15,3 años, el éxtasis a los 15,4 y los alucinógenos a los 15,6 años.

El estudio del OEDA no muestra diferencias significativas entre sexos a la hora de consumir drogas en la adolescencia, y deja claro que en la mayoría de los casos hay una relación directa entre el aumento de edad y la prevalencia de consumo. En otras palabras, cuanto mayor se hace el joven más aumenta el uso de sustancias estupefacientes.

Estos datos, y otros muchos que refleja el informe del OEDA, deben preocuparnos como madres y padres, pero también como sociedad.

 

Cómo empieza el consumo de drogas en la adolescencia

Las preguntas que se hacen muchas familias cuando son conscientes de este problema suelen ser siempre las mismas. ¿Cómo ha pasado esto? ¿Por qué ha empezado a consumir drogas mi hijo/a? En este sentido, es importante comprender que el entorno social del adolescente juega un papel fundamental en su crecimiento personal.

Por norma general, observamos que el uso de drogas se da más a menudo en los jóvenes cuyos amigos también consumen. Ya sabemos que el apego al grupo de iguales es una de las características de la adolescencia que más preocupan a los padres, ya que resulta complicado mantener el control de las amistades de nuestros hijos cuando cualquier comentario se percibe como un ataque.

Sin embargo, las malas compañías no son las únicas causantes de este problema. En realidad hay muchos factores que pueden contribuir al consumo de drogas en la adolescencia, como por ejemplo:

  • Un entorno familiar en el que estas sustancias son accesibles.
  • La convivencia en familias desestructuradas y/o donde se sufren abusos.
  • El sentimiento de invulnerabilidad e impulsividad que sienten los jóvenes a estas edades.
  • La vivencia de situaciones traumáticas como bullying, accidentes, abusos…
  • Una importante falta de autoestima o sensación de rechazo de su entorno social.
  • Ciertos trastornos de conducta, así como periodos de depresión o ansiedad.

No son las únicas, pero sí algunas de las situaciones más comunes cuando nos encontramos con jóvenes que han empezado a consumir drogas. Y aunque puede que ciertas causas sean fáciles de identificar, otras no son tan sencillas de ver. De ahí que desde Adinfa insistamos tanto en la importancia de mantener una buena comunicación con el adolescente, y en el esfuerzo por demostrarle que estamos a su lado para escucharle y ayudarle cuando lo necesite.

 

Qué consecuencias tienen las drogas en la adolescencia

El consumo de drogas en los adolescentes suele derivar en consecuencias devastadoras para ellos mismos y para sus familias. Esto es algo que no debe minimizarse y, aunque existe una amplia concienciación general sobre lo perjudicial de estas sustancias, todavía hay muchas personas que piensan que un porrito de vez en cuando o una borrachera los viernes por la noche tampoco son preocupantes.

De lo que no suelen ser conscientes estas personas es de que la normalización de estos comportamientos conlleva, en muchos casos, pasar poco a poco al siguiente nivel. Cuando los porros y la borrachera semanal son ya algo “normal” en la vida del adolescente llega la curiosidad por probar algo nuevo y más fuerte, entrando en un círculo muy peligroso.

Es por ello que el no a las drogas debe ser siempre tajante y rotundo, puesto que las consecuencias a nivel físico, mental y familiar son catastróficas. Sólo a nivel de salud física y mental podemos hablar del aumento de:

  • Insomnio, fatiga y sensación de cansancio permanente.
  • Pérdidas de memoria a corto plazo.
  • Problemas cardiovasculares y cerebrovasculares.
  • Patologías renales y hepáticas.
  • Enfermedades respiratorias y circulatorias.
  • Trastornos psicomotores graves.
  • Conductas psicóticas y esquizofrénicas como alucinaciones, delirios y paranoia.
  • Comportamientos sexuales desinhibidos y de alto riesgo.
  • Riesgo de sobredosis que conduzca a la muerte.

Pero, como decíamos, estas consecuencias sobre la propia salud no son las únicas. Las drogas en la adolescencia conducen también a escenarios que pueden llegar a ser insostenibles en el ámbito familiar y social:

  • Hurtos y robos que pueden traer problemas con la justicia.
  • Peleas callejeras, en discotecas o incluso en la escuela/instituto.
  • Descenso del rendimiento académico y casos de fracaso escolar.
  • Aislamiento y desconexión de la familia y de los amigos.
  • Cambios bruscos de personalidad con aumento de la irritabilidad.
  • Comportamientos agresivos, pudiendo ejercer violencia filioparental.

La combinación de varias de estas consecuencias, tanto sobre la propia salud como sobre el círculo cercano del adolescente, puede dar lugar a situaciones realmente dramáticas que acaban por destrozar al propio joven y a su familia.

De ahí que debamos ser tajantes y actuar rápido a los primeros síntomas de que algo no va bien, a fin de prevenir males mayores.

 

Cuáles son los síntomas del consumo de drogas

Para poder actuar lo primero es ser conscientes del problema lo antes posible. Y para ello es importante que conozcamos los síntomas que suelen traer las drogas en la adolescencia.

Tanto padres y madres, como tutores y educadores, tienen la gran responsabilidad de detectarlos a tiempo y poner en marcha los mecanismos que ayuden a reconducir la situación.

Aunque no todos los síntomas del consumo de drogas son igual de evidentes, a menudo se dan signos como los que listamos a continuación:

  • Cambios de humor bruscos y mayor irritabilidad.
  • Somnolencia y falta de energía constantes.
  • Excesiva hiperactividad y comportamiento frenético.
  • Repentinas trabas al hablar o expresarse.
  • Súbito desinterés por la vida familiar.
  • Abandono de amistades por nuevos conocidos.
  • Rápido desequilibro en las rutinas alimentarias.
  • Desgana, falta de interés y apatía por todo.
  • Descenso continuado del rendimiento escolar.
  • Pupilas dilatadas o puntiformes y ojos enrojecidos sin causa aparente.
  • Pequeños hurtos de dinero u objetos en el hogar.
  • Indicios de mentiras al preguntar por ciertas cuestiones.
  • Consumo de ciertos medicamentos no recetados.
  • Abandono de hábitos y actividades saludables.

Como decíamos, no siempre es fácil detectar estos síntomas, ya que en muchos casos depende de la comunicación y el trato que se mantenga con el adolescente. De ahí que sea tan importante una relación familiar fluida, abierta y sincera. Sin lugar a dudas, es en los entornos familiares más unidos y con mayores lazos donde antes se detectan patrones fuera de lo normal, y que deben hacer sonar las alarmas.

Con las drogas, como con otras muchas cosas, ¡prevenir siempre es mejor que curar!

 

Qué hacer para prevenir las drogas en la adolescencia

Desde Adinfa empatizamos al máximo con las familias que están sufriendo este terrible problema. Prevenir las drogas en la adolescencia comienza con una buena educación en la infancia, y continúa con el mantenimiento de lazos saludables con jóvenes que se hacen mayores e independientes.

Al contrario de lo que muchos piensan, esta actitud no pasa por ejercer una total permisividad hacia nuestros hijos, creyendo que con ello nos apreciarán y nos escucharán más. Por contra, establecer límites y normas desde temprana edad les ayuda a ordenarse y a respetarse más a sí mismos y a quienes les rodean.

Junto a una buena educación, un factor que se demuestra cada vez más importante es el de la práctica de actividades y hábitos de vida saludable. Tal y como señala el estudio del OEDA que citábamos al inicio, los jóvenes que hacen deporte o tienen hobbies como tocar instrumentos, leer o pintar son menos propensos a tomar drogas.

Por el contrario, el informe muestra que los adolescentes cuyo ocio consiste simplemente en salir con amigos por las tardes y las noches consumen en mayor medida. Y no sólo eso, según el estudio existe una correlación entre la frecuencia de salidas nocturnas y las drogas: cuanto más salen los jóvenes de entre 14 y 18 años, más sustancias toman.

La solución no pasa por prohibir salir a nuestros hijos, lo que sería contraproducente, sino por intentar comunicarnos mejor con ellos. Desde Adinfa queremos recomendarte algunas pautas que pueden ayudarte:

  1. Encuentra el lugar y el momento adecuados. Interrumpir a tu hijo o acorralarlo cuando no se lo espera o está enojado no dará pie a un buen comienzo. Por el contrario, busca la situación idónea para hablar con tranquilidad y sin que nadie os moleste.
  2. Mantén una actitud empática y asertiva. El objetivo no es criticar y abochornar, sino demostrar que escuchamos y que puede contar con nosotros cuando lo necesite. Deberás ser paciente y mostrarle respeto para que se abra con franqueza.
  3. Pregúntale su opinión y refuerza tu argumento con datos. En lugar de preparar un discurso que el menor percibirá como un “sermón”, charla para conocer su punto de vista y hacerle ver el lado negativo de las drogas. No es lo que gana, sino lo que se arriesga a perder.
  4. Evita ponerle de ejemplo a otros amigos. No aproveches la conversación con tu hijo para ponerle de ejemplo a otros chicos o chicas de su edad. Primero, porque quizás no conozcas toda la verdad; y segundo, porque puedes provocar su rechazo y lograr el efecto contrario.
  5. Ayúdale a combatir la presión de su grupo de iguales. Si el consumo viene motivado por nuevas amistades poco recomendables, pídele que te explique por qué quiere parecerse a ellos, y hazle ver con tacto cómo y por qué debería oponerse a lo que ellos hacen.

Esperamos que estas pautas puedan ayudarte a comunicarte mejor con tu hijo o hija. Sin embargo, en Adinfa somos conscientes de que en muchas circunstancias esto no es fácil, ni siquiera posible. Por ello, nuestra más sincera recomendación es que busques ayuda profesional tan pronto sientas que la situación se te escapa de las manos.

Muchos padres y madres sienten que pedir ayuda es un fracaso, y lo retrasan todo lo posible. Sin embargo, el consumo de drogas en la adolescencia, como otros muchos problemas y trastornos, ofrece mayores garantías de recuperación cuanto antes se trata. Por lo tanto, posponer lo que en muchos casos termina siendo inevitable no hace más que dificultar la recuperación del menor y, en consecuencia, la de la propia familia.

Si sospechas que tu hijo o hija consume drogas, o estás seguro de ello, no esperes más. Contacta con profesionales especializados y pide ayuda. Si quieres contarnos tu caso, en Adinfa estamos siempre dispuestos a ayudarte. Puedes escribirnos o llamarnos desde aquí.