Vivir en una sociedad dominada por la tecnología tiene muchas ventajas. Gracias a la tecnología hemos logrado eliminar barreras comunicativas, acortar tiempos de espera y facilitar trámites de nuestro día a día, recuperar espacios casi perdidos a través del teletrabajo, mantenernos informados al punto de todo lo que ocurre… Son, sin lugar a dudas, grandes logros que nos facilitan la vida.

Sin embargo, no todo es positivo. Las nuevas tecnologías o, mejor dicho, el uso que algunas personas y empresas hacen de las mismas, han traído también aspectos de los que preocuparnos. Pérdida de privacidad, aumento de la percepción de inseguridad y agresividad a nuestro alrededor y, sobre todo, aquello de lo que queremos a hablarte hoy: una preocupante dependencia e incluso adicción al móvil y redes sociales en jóvenes.

Según el informe “Impacto de la tecnología en la adolescencia” elaborado por Unicef, el 83,5 % de los jóvenes utiliza tres redes sociales o más, y el 61,5 % tiene incluso varias cuentas en una misma plataforma. Al mismo tiempo, este estudio revela que el 94,8 % de los adolescentes dispone de móvil con Internet, y que además llevan usándolo desde antes de cumplir los 11 años de media.

Móvil y redes sociales en jóvenes han demostrado ser dos elementos que combinan peligrosamente cuando no se saben gestionar en tiempo y forma, algo que cada vez resulta más difícil para muchos padres y madres. Por eso, hoy queremos dedicarle este artículo a darte algunos consejos para que tus hijos desarrollen un uso responsable y eviten caer en la adicción a las nuevas tecnologías.

 

Delimitar horarios y tiempo de uso

El primer consejo que podemos darte es probablemente uno de los más importantes, y va en la línea de establecer límites al uso de estos elementos. Del mismo modo que muchos adultos de hoy crecieron con limitaciones al tiempo que podían ver la televisión o jugar con su videoconsola, los jóvenes actuales deben entender que no pueden vivir continuamente pegados a su teléfono móvil.

Para lograr esto padres y madres deben mantenerse firmes y transmitir normas claras. Un ejemplo sería fijar un horario de uso específico y la prohibición de usar el móvil durante las comidas, las reuniones familiares (ver una película, jugar a un juego de mesa, salir a pasear…) y a la hora de irse a dormir.

Por supuesto, estas normas deben ser de obligado cumplimiento para todos los miembros de la familia, empezando por los propios padres. Predicar con el ejemplo es importantísimo en estos casos, puesto que mantener una actitud contraria a lo que se intenta imponer terminará dando pocos resultados.

Lo recomendable es, en cualquier caso, razonar estas reglas con el joven. Pero en última instancia debe quedar clara esta voluntad con el establecimiento de consecuencias si no se cumplen los horarios o límites marcados. Recuerda que, como hemos dicho en otras ocasiones, mostrar firmeza no significa querer menos a tu hijo/a. Muy al contrario, con ello le transmitimos valores y seguridad.

 

Hacer un uso respetuoso hacia los demás

De manera similar a lo anterior, es importante que los jóvenes entiendan en qué situaciones y momentos deben guardar su móvil para prestar atención a aquello que les rodea.

Esto implica desde silenciar el teléfono cuando se está en ciertos lugares (cines, hospitales, lugares de culto, aulas…), hasta olvidarse de usar el dispositivo en determinadas circunstancias (mientras se va caminando, al visitar o recibir la visita de unos familiares, etc.).

Todo ello, que parecerá de sentido común, desgraciadamente no es tan común cuando miramos a nuestro alrededor y nos fijamos en cómo se comportan muchos jóvenes de hoy. Por eso es importante inculcar estos valores desde el hogar, para que el menor comprenda en qué situaciones y momentos debe dejar su entretenimiento en segundo plano con educación y civismo.

 

Contratar tarifas con límites

Una de las mejores formas de ayudar a nuestro hijo a mantener un uso racional de estas tecnologías pasa también por limitar estos servicios en sí mismos. ¿Es realmente necesario que el menor cuente no ya con un teléfono de última generación, sino además con tarifas ilimitadas?

Encontrarse con que no puede realizar más llamadas, o llegar al punto de gastar todos los datos y no poder seguir navegando (o hacerlo muy lentamente), son situaciones que actúan en sí mismas como barreras de contención al uso adictivo de móviles y redes sociales, y favorecen poco a poco un consumo responsable.

Para que esto funcione será necesario dar otro paso más: apagar el wifi del hogar fuera de los horarios de uso marcados según las recomendaciones anteriores. Y es que, de no hacer esto, al joven le importará poco que se le acaben los datos o las llamadas, puesto que conectándose a Internet desde casa vería sus problemas solucionados.

 

Hablar sobre los peligros de las redes sociales

En Adinfa hemos destacado en multitud de ocasiones la importancia de hablar con nuestros hijos sobre los problemas y las preocupaciones que les rodean, siempre desde una actitud empática y respetuosa. En el caso de las redes sociales, esta conversación es muy necesaria porque en la mayoría de ocasiones los jóvenes no perciben el peligro que les acecha.

Pérdida de autoestima, situaciones de acoso y/o violencia, riesgos para la salud debido a retos virales dañinos, ofrecer datos personales o comprometedores a desconocidos… Son sólo algunos de los peligros a los que se enfrentan los menores en redes sociales.

Estos deben ser transmitidos con serenidad, paciencia y mucho tacto para que nuestros hijos sepan cómo afrontar determinadas situaciones. Y lo más importante: que ante cualquier problema, por grave o vergonzoso que este les pueda parecer, sepan que pueden contárnoslo sin miedo a ser juzgados o reprimidos.

 

Otros consejos para el uso responsable de móvil y redes sociales en jóvenes

Además de los puntos anteriores, los expertos señalan que es importante charlar con el adolescente sobre otros temas que, con gran probabilidad, se terminarán encontrando antes o después en el uso de estas tecnologías.

Un buen ejemplo sería la exposición a contenidos extremos y/o radicales que podrían afectarles de un modo u otro. Pornografía, racismo, adoctrinamiento político o ideológico… son situaciones relativamente comunes en las redes sociales, y la falta de control sobre las plataformas y los contenidos que nuestros hijos consumen desde sus teléfonos móviles puede abrirles la puerta.

Por todo ello, es importante que en las conversaciones con el menor intentemos explicarle que no todo lo que ve, lee y oye en Internet es cierto, tratando de despertarle un sentido crítico que le ayude a pensar por sí mismo y a poner en duda ciertos temas antes de darlos por verídicos.

No debemos perder de vista cómo funciona la psicología del adolescente, en una etapa en la que se lo replantea y cuestiona todo como parte de un proceso de reafirmación de su identidad. De ahí que la comunicación cuya importancia hemos resaltado sea tan importante para evitar cualquier tipo de adicción, entre ellas a los móviles y las redes sociales.