Hace un par de meses comenzamos desde Adinfa la difícil tarea de intentar trasladar a este blog las experiencias de madres, padres y jóvenes que, de un modo u otro, han pasado por nuestro centro. Se trata de una empresa complicada porque, como resulta lógico, estas personas quieren dejar un pasado agrio atrás. Por eso desde Adinfa garantizamos, ante todo, la confidencialidad de estos testimonios, lo que no los hace en absoluto menos reales ni valiosos.

Siguiendo con la esta línea que iniciamos en agosto, hoy traemos al blog el relato de Pedro. Pedro es el nombre ficticio de un joven que pasó por Adinfa hace tiempo, tras numerosos problemas familiares que incluyeron consumo de drogas y más de un encontronazo con las autoridades. Ante una situación dramática y apoyado por su familia, Pedro tuvo la valentía de dar un paso al frente e iniciar un camino que le ha llevado a la recuperación total.

Muchas gracias, Pedro, por contarnos tu historia y, sobre todo, por dar esperanza a otras personas que hoy pueden estar en la situación que tú pasaste, y sin saber muy bien qué pasos dar para salir de ella. Sirva tu relato para ayudarles a ver que hay opciones de recuperación, y que es posible retomar su vida y seguir adelante.

 

Cuéntanos cómo empezó todo. ¿Cuál fue el origen de tus problemas?

Todo empieza cuando era pequeño y me mudo de ciudad. Empiezo a estudiar en un instituto nuevo y con gente nueva. Allí no me siento ni querido, ni tratado bien. Es una situación complicada, en la que te sientes solo y en la que ves que no tienes amigos que te quieran y acepten tal como eres. Es complicado. Así pasan unos años. 

Comienzo a tener problemas con mi familia. Especialmente cuando conozco a otra gente de fuera, de la calle, que no es como la del colegio. Que me hace sentir más fuerte, más seguro, más protegido. Y es entonces cuando hago todo lo que sea para formar parte de ese grupo. Si tengo que pegarle a alguien, le pego; si tengo que robar, robo; si tengo que romper algo, lo rompo; si tengo que quemar cualquier cosa, la quemo. Todo por intentar no sentirme tan solo, por aparentar ser alguien que no era, sin sentimientos. Evidentemente, yo no soy así. No era consciente de las cosas que hacía. 

Es en ese momento de mi vida cuando empiezo a consumir porros y a probar otras drogas. Comienzo también a tener problemas más graves: denuncias, juicios… y a planear cosas que nunca hubiera pensado. A tener pensamientos y sentimientos de querer morirme, de suicidarme. Le robo también a la gente todo lo que puedo. Me da igual si es un familiar, amigo o mi novia. Todo me da igual. Y si veo algo con lo que puedo ganar dinero para mis vicios, lo cojo.  Todo va mal, más drogas, más vicio… y siempre tratando mal a mi madre, que es quien nos ha criado. Mi padre siempre ha estado menos presente que mi madre. A ella le he hecho mucho daño, porque es una persona muy protectora, muy cuidadosa con nosotros. Y la he maltratado psicológicamente mucho tiempo. 

La verdad es que me da mucha pena mi familia, ha sufrido mucho por mi culpa. Me escapaba de casa, no estudiaba, no escuchaba, les insultaba. Desaparecían muchas cosas de casa y también dinero. Sabían que estaba drogándome. 

Lo cierto es que todo comienza en el momento en el que me importa más la imagen que puedan tener de mí unos chavales a la que pueda tener yo o mi familia. Vendí a mi familia por lo que cuatro niñatos como yo pudieran pensar de mí.

 

¿Cuándo fuiste consciente de que necesitabas ayuda? ¿A quién acudiste?

Cuando tenía 18 años y mi madre me dijo que tenía que ir a un sitio para que me trataran. Ya había tenido problemas con la Justicia varias veces, incluso había tenido juicios. 

Cuando mi madre me propuso ingresar en un centro para que me ayudaran le dije que no. Así que me fui de casa. Pero, después de pasar un tiempo en la calle, me di cuenta que estaba solo. Veía que no tenía amigos de verdad, que la vida no era como yo me imaginaba y que las drogas no valían lo suficiente como para estar así. Pasé hambre, frío… me vi solo. 

Al cabo de un tiempo, llamé a mi madre y le pedí ayuda. Le dije que había reflexionado y que quería ir a ese sitio del que me hablaba.

 

¿Cómo definirías tu relación con tus compañeros y educadores en Adinfa?

Desde el primer día que entré en Adinfa me he llevado muy bien con los educadores y mis compañeros. En Adinfa es donde más me he sentido querido. Todos eran para mí mis hermanos. Nos preocupábamos unos por los otros, nos ayudábamos… 

Es verdad que con el paso del tiempo me di cuenta que mis compañeros no eran todo lo que me decían y que al final estaba solo. Sin embargo, muchos de los educadores forman parte de las personas más importantes de mi vida. Con varios de ellos continúo teniendo relación.

 

¿Qué has aprendido de tu paso por Adinfa?

Recuerdo que entré en Adinfa siendo un niñato. No me esforzaba en nada, solo en conseguir drogas… lo que me interesaba. Todo me parecía mal, me enfadaba por todo, me pegaba por todo. A mi madre la tenía amargada, a mi padre igual, a mis hermanos, a mis abuelos… a todos. 

Y en Adinfa he aprendido muchísimas cosas. A esforzarme, a conocerme y a quererme a mí y a mi familia. También he aprendido a controlarme y a comprender que, evidentemente, en la vida no todo es bueno y que lo que hay tenemos que soportarlo. Realmente, he aprendido millones de cosas, a saber cuidarme a mí mismo, a mi casa y a mi familia, y a preocuparme por la gente que tengo a mi alrededor. 

Y, sobre todo, que siempre, siempre, siempre voy a intentar ayudar a otros chavales igual que me ayudaron a mí.

 

¿Cómo te ves ahora? ¿Y en el futuro?

Ahora me siento orgulloso de mí mismo. Estoy trabajando en lo que me gusta. Vivo solo y conociendo a una chica que merece la pena. La verdad es que estoy contento. He estado estudiando y trabajando, y ahora quiero empezar a estudiar otra cosa. Ciertamente, estoy muy orgulloso. 

Sobre el futuro, lo tengo claro. Quiero dedicar mi vida a ayudar y enseñar a otras personas, al igual que han hecho conmigo, y poder verlas felices de verdad. Porque yo entré amargado y he salido de Adinfa más feliz que nunca en mi vida. Lo tengo claro, quiero ayudar a los demás. 

 

¿Crees que ha cambiado tu relación con la familia y con los amigos?

Mucho. Antes no podía estar en casa ni con mis padres, ni con mi hermano, ni con mis abuelos. Nos peleábamos. Sin embargo, ahora lo que más deseo es tener una semana de vacaciones en mi trabajo para estar con ellos. Lo que más me alegra en la vida es estar con mi madre y mi hermano. Ha cambiado mucho mi relación con la familia. Y con mis amigos, ¡ni te cuento! 

Toda mi vida, desde pequeño, por los problemas que he tenido, siempre he hecho todo lo posible para que me quisieran, sin pensar en mí mismo. En la actualidad no conservo ninguna de las amistades de antes de entrar en Adinfa. No las mantengo porque no me merece la pena. Ahora estoy con otras personas, tengo otros amigos que son muy importantes para mí, pero que no están por encima de mí. Tengo muy claro que a un amigo hay que quererlo, cuidarlo, pero que yo estoy por delante. 

 

¿Qué le dirías a los jóvenes que se encuentran en la misma situación que tú hace un tiempo?

Lo que les digo siempre. Que si les merece la pena, que si quieren ser unos desgraciados toda su vida, que si quieren quedarse solos en la vida, sigan ese camino. 

Si quieren tener una familia, amigos y trabajo en condiciones, si quieren ser felices deben esforzarse y cambiar. Porque por el camino que van no van a llegar a nada.

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De nuevo, queremos dar las gracias a Pedro por contarnos su historia. Nos alegra enormemente ver no sólo que tras su paso por Adinfa ha logrado salir adelante, sino que además está comprometido con ayudar a otras personas.

Si este relato te ha servido de ayuda, quizás quieras consultar otros similares en nuestro apartado de testimonios reales Adinfa.

Si tienes un hijo o hija que se encuentra en una situación problemática y no sabes qué hacer, recuerda que puedes contar con el trabajo de nuestro equipo de médicos, psicólogos y educadores para ayudarte. Aquí te contamos qué hacemos y cómo trabajamos. Nos puedes contactar desde aquí.