Septiembre es el mes de la vuelta al colegio y el instituto. Esto implica también regresar a los estudios, a la rutina, y a las amistades y compañías de las que nuestros jóvenes se separan brevemente durante las vacaciones veraniegas. Aunque para muchos niños y adolescentes esta vuelta se desarrolla con normalidad, y hasta con emoción y deseo, para muchos otros supone un estrés que debemos vigilar y ayudarles a paliar.

El verano supone para los jóvenes un tiempo de “ruptura” con lo convencional. Frente a los horarios más rígidos y las actividades programadas del resto del año, los meses de julio y agosto son mucho más flexibles. Esto casa a la perfección con el espíritu explorador típico de esa época vital, y hace que la vuelta a la rutina para muchos sea difícil.

Por otro lado, no debemos olvidar que para algunos niños, y sobre todo adolescentes, volver a la escuela o el instituto puede implicar reencontrarse con compañías y actividades poco deseadas. Cada joven lidia a su manera con estas circunstancias, y como progenitores y tutores debemos estar atentos a cualquier signo de que algo no va bien.

 

El estrés de la vuelta de vacaciones

Por lo general, el estrés que los menores sufren al volver de vacaciones varía mucho dependiendo de la edad. Normalmente los más pequeños se adaptan bien al regreso a la guardería o el colegio, e incluso sienten emoción por reencontrarse con compañeros y profesores.

Para los adolescentes, sin embargo, la vuelta tiende a ser más estresante y traumática. Hay que tener en cuenta que a estas edades el contacto con los amigos, aunque se vayan de vacaciones a otro lugar, se mantiene a través de redes sociales, WhatsApp, llamadas… Por lo tanto, a diferencia de los más pequeños los adolescentes no sienten igual ese reencuentro porque nunca han llegado a desconectar del todo y, en cambio, entran en juego factores negativos que no suelen estar tan presentes en la niñez.

La dejadez hacia los estudios y actividades extra-escolares, la poca conexión con ciertos profesores o la animadversión hacia algunos compañeros de clase puede llegar a causar un importante estrés a nuestros hijos. Son elementos sobre los que debemos ser conscientes y comprensivos, de cara a ayudarles a sobrellevar la situación lo mejor posible.

 

Consejos para gestionar el estrés en los jóvenes

Hay distintas formas de aproximarse a este problema, y desde Adinfa queremos recomendarte algunos mecanismos y actuaciones que puedes desarrollar para ayudar a tus hijos a superar este episodio.

En una situación ideal, es normal que los jóvenes sientan cierto desapego a la vuelta a la rutina, pero este momento del año nunca debería generarles traumas o ansiedades que vayan más allá.

El primer consejo que podemos darte es, en realidad, algo que en Adinfa mencionamos a menudo. Se trata de resaltar una vez más lo importante que es, para esta y otras circunstancias similares, mantener una buena comunicación con el adolescente.

Esta comunicación debe trabajarse desde la base del respeto mutuo y del saber escuchar. Toca ser pacientes, abiertos de mente y comprensivos hacia una problemática que puede que no entendamos ni compartamos, pero que es real para nuestros hijos y por tanto sus sentimientos merecen ser tenidos en cuenta.

Especialmente, debemos estar muy atentos para detectar si el estrés que causa la vuelta al colegio o el instituto lo están provocando situaciones o elementos muy concretos. Una mala relación con algún profesor o con ciertos compañeros, una asignatura específica que se atraganta, una actividad extra-escolar que no se lleva bien…

Es muy importante hablar con nuestro hijo para entender la causa del problema, y transmitirle que estamos para escucharle y ayudarle todo lo posible, haciéndole ver que sus preocupaciones son también las nuestras.

Partiendo de ahí, nuestra recomendación va también en la línea de que la vuelta a la rutina sea paulatina. El verano es una época en la que las normas se flexibilizan bastante, por lo que tiene sentido que de un día para otro no cambiemos a rajatabla.

Establecer límites es algo fundamental, pero hay que hacerlo también con cabeza y serenidad. Por ejemplo, una buena forma de comenzar es estabilizar de nuevo los horarios nocturnos, evitando salidas intempestivas y regulando la hora de irse a dormir.

Otra recomendación que podemos hacer desde aquí es la de planificar actividades que ayuden a mejorar el estado de ánimo de los jóvenes en este momento de vuelta a la rutina. Esta activación conductual nos permite crear situaciones que rompen con dicha rutina y generan momentos de disfrute en familia.

Ir al cine o a un concierto, hacer una ruta de senderismo juntos, planificar un día de picnic o un viaje exprés a una localidad cercana, montar una fiesta en casa para re-encontrarnos con familiares o amigos tras las vacaciones… son algunas ideas que se pueden poner en marcha. En el fondo se trata de animar a esos jóvenes que pueden sentirse algo más deprimidos con la vuelta al colegio.

 

Cómo aprovechar el seguro escolar para casos agravados

A pesar de lo comentado, en ciertas situaciones el estrés generado por la vuelta a la rutina puede tener causas más profundas. Problemáticas o insatisfacciones arraigadas en el joven y que sencillamente dan la cara en momentos especialmente estresantes.

Para estos casos nuestra recomendación pasa por pedir, lo antes posible, ayuda profesional para diagnosticar y tratar a estos jóvenes. Y para ello en España tenemos la suerte de contar con un seguro escolar que cubre tratamientos de salud mental.

Aunque muchas familias lo desconocen, cualquier alumno de entre 14 y 28 años puede hacer uso de esta prestación para contar con la atención de profesionales de la salud mental privados. Una ayuda fundamental para diagnosticar multitud de situaciones ocultas, que pueden estar causando problemáticas que tan sólo se visibilizan más con la vuelta al instituto.

Para más información sobre la importancia que supone el seguro escolar en estos casos, puedes visitar este artículo que publicamos recientemente.

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